VALLADOLID Y EL CONDE ANSÚREZ
DELEGACIÓN DE VALLADOLID – Mª LUISA BLANCO VALDIVIESO
VALLADOLID Y EL CONDE ANSÚREZ
VERDAD, TRADICIÓN Y LEYENDA
El pasado viernes día 18 de mayo un grupo de amigos y miembros de la Hermandad visitamos la exposición “VALLADOLID Y EL CONDE ANSÚREZ” que, con motivo de la conmemoración de los novecientos años de la muerte del Conde, el museo Arqueológico de Valladolid pone al alcance de todos los vallisoletanos y de aquellos que nos puedan visitar, ayundándonos a conocer esta figura histórica tan ligada a Valladolid, dicha exposición se encuentra en el Palacio de Fabio Nelli.
Este palacio fue la residencia del banquero vallisoletano de ascendencia italiana, una persona rica, poderosa e influyente de la época.
Se trata de uno de los mejores exponentes de la arquitectura renacentista del periodo clasicista del siglo XVI más importante de la ciudad de Valladolid
VIDA DEL CONDE ANSÚREZ
Pedro Ansúrez era descendiente de la familia Beni Gómez, hijo de Ansur Díaz y Justa Fernández, se casó dos veces, la primera con Doña Eylo hija de Alfonso Muñoz del valle de Trigueros, y la segunda con Elvira Sánchez.
Cuando apenas tenía veinte años el Rey Fernando I le nombra maestro de armas y consejero de su segundo hijo, Alfonso.
Fue uno de los nobles más cercanos al rey Alfonso VI, a quien acompañó en 1072 a su destierro en Toledo. Pedro, junto con sus hermanos Fernando y Gonzalo ayudaron a Alfonso VI a recuperar el trono.
Alfonso VI entregó años después a Pedro Ansúrez y su mujer Eylo la crianza de su hija Urraca Alfónsez, que llegó a suceder a su padre en el trono y fue esposa de Alfonso el Batallador de Aragón.
Ansúrez poseía las tierras que por entonces eran limítrofes con el Reino de Castilla, y que iban desde la Liébana a Cuéllar donde también se tienen noticias de repoblaciones suyas.
Adelantándose a su época, concibió para sus dominios un plan que no estaba fundado en criterios militares. Cerca de la confluencia del Esgueva con el Pisuerga existía una aldea de menos de media docena de moradores dedicados a la agricultura. Sobre este lugar precisamente ideó levantar una ciudad que fuera la nueva capital de sus vastos estados.
Alfonso rey de León y Castilla, le dio a Pedro Ansúrez en el año 1072 el señorío de Valladolid y le encargó su repoblación, que realizó con diversas gentes de sus condados palentinos de Saldaña y Carrión.
Hasta que Alfonso VI otorga el señorío de la misma al conde Pedro Ansúrez, no se produjo el crecimiento de la ciudad que se desarrolló enormemente durante su vida.
A mediados del siglo XI Valladolid no existe, el nombre de Valladolid aparece en un documento de donación al monasterio de Silos, es en mayo de 1095 cuando empieza a salir de la oscuridad que la rodeaba con motivo de la consagración solemnemente de la iglesia de Santa María de Valladolid, única fundación del Conde de la que tenemos constancia de documentación histórica
A finales del siglo XI es cuando podemos decir que Valladolid cuenta con dos núcleos de población en torno a las parroquias de San Julián y San Pelayo, existiendo dos comunidades de distinto origen foráneo, o, sencillamente, de dos agrupaciones de población que ocupaban un terreno sobre el ramal norte del Esgueva.
Don Pedro hizo construir para él y su esposa un palacio, que no se conserva, y que luego pasó a ser el Hospital de Esgueva, de esa época datan El Puente Mayor sobre el río Pisuerga, edificios religiosos como la iglesia de Santa María la Antigua, la Iglesia de San Nicolás y la Colegiata de Santa María (en el lugar donde actualmente está la Catedral).
Al enviudar su hija María de su marido el conde de Urgel, Ermengol V, Pedro Ansúrez se trasladó al condado catalán como protector de su nieto Ermengol VI. Allí vivió entre los años 1102 y 1108, tomando parte activa junto con Ramón Berenguer III en la conquista de Balaguer.
A la muerte de Pedro Ansúrez en 1118, heredó el gobierno de Valladolid su nieto el conde Armengol VI de Urgel y II de Valladolid, poderoso magnate que a los paternos dominios catalanes de Urgel unió los maternos leoneses de la Tierra de Campos.
VERDAD, TRADICIÓN Y LEYENDA.-
Desde tiempos ancestrales, la tradición ha hecho del Conde Pedro Ansúrez un gran antepasado de los vallisoletanos, identificado con obras y fundaciones que permanecen unidas a su nombre.
Desde época medieval, la presencia del Conde Ansúrez en la ciudad ha sido identificada con “su” escudo, de forma que el blasón de escaques y jaqueles, o ajedrezado, ha estado y sigue estando unido a su figura, pero el Conde nunca tuvo escudo propio y el que se le atribuye es el de sus descendientes, los Armengol.
Nada sabemos del enterramiento primitivo. En la segunda colegiata, construida en el siglo XIII, se localizó el sepulcro, hasta que en el siglo XVII fue trasladado a su emplazamiento actual en la catedral.
La historia local y la tradición se han unido para decir que la espada que hoy se conserva en el Museo se encontró dentro de la tumba cuando esta se abrió en el siglo XVI.
Después de esta lección de historia con la que nos ilustró la guía, nos dirigimos al Museo Nacional de Escultura para ver la incorporación de un Adonis de mármol de Carrara del Metropolitan Museum de Nueva York, que estará entre nosotros hasta el mes de julio.
ADONIS
Adonis pertenece a las colecciones del Metropolitan Museum de Nueva York y visita por primera vez España como resultado de un amistoso intercambio entre ambos museos y en sustitución del Cristo yacente de Gregorio Fernández, prestado a la exposición Like Life: Sculpture, Color and the Body, que el museo neoyorkino dedica a la escultura policromada desde 1300 hasta hoy.
Esta escultura ha sido realizada por Antonio Corradini (1688-1752), un veneciano que forma un puente entre dos grandes de la escultura italiana, Bernini y Canova. Sus mármoles adornaban los palacios principescos de Roma, Nápoles, Viena, Praga, Dresde o San Petersburgo, muy apreciados por las sutilezas, brillos y texturas que obtenía del mármol.
Este es uno de sus trabajos más refinados y sugestivos, que impresionó a Montesquieu, el gran filósofo de la Ilustración. El autor ha dado a la piedra un alisado impecable, una suave tersura y una tactilidad erótica idóneas para encarnar a Adonis, cumbre de la belleza masculina, cuya seducción irresistible enamoró perdidamente a la diosa Afrodita. Aficionado a la caza, en una de sus excursiones, un jabalí enviado por Artemisa acabó con su vida.
El intercambio no sólo nos ofrece la ocasión de contemplar una obra de la más exquisita tradición italiana, sino también porque ambas esculturas, el yacente cristiano y el pagano, sugieren un interesante diálogo que combina lo divino y lo terrenal, con formas y esquemas compositivos de indudable analogía.
La escultura se encuentra llena de detalles, Adonis como aficionado a la caza se encuentra acompañado de su perro, la aljaba o carcaj con las flechas, colgado sobre su hombro derecho y atado con un lazo sobre su pecho, mientras descansa en un plácido sueño apoyando su cabeza en el tronco de un árbol con las piernas ligeramente dobladas.
Palacio de Fabio Nelli
“… un Conde digno de fama,
un varón muy señalado,
leal, valiente, esforzado
Don Pedro Ansúrez se llama…”
Escudo atribuido al Conde Ansúrez
Colegiata de Santa Maria
Patio de San Gregorio – Museo de Escultura en madera policromada
Adonis