La Igualdad Poemas de José María Covaleda
La Igualdad
Poemas de José María Covaleda
- El Deceso -
La igualdad es un deceso,
un ovulo interrumpido,
una irrealidad, un verso
de un poema sin sentido,
una ilusión, un exceso
de los ingenuos sufridos,
que miran el horizonte
y caen al precipicio
que se abre bajo sus pasos
inseguros e indecisos,
alucinación, incienso
que se esfumó sorprendido
por las ráfagas que el fuego
le abrió la puerta al olvido,
palabra que fluye en vientos
que se alejan diluidos,
destellos de luz cegados,
sueño desaparecido
en el despertar infecto
de este paraje perdido,
reflejo en el horizonte
que no existió, ni ha existido,
que te agobia en el silencio
de este amanecer fingido,
estela que hace del hombre,
hombre al fin sin paliativos,
que retrocede y avanza
en discontinuo sentido.
- La Justicia -
Subido en el pedestal
de las dos torres gemelas
quemadas tras la condena
de desenlace fatal,
veía al tiempo pasar
hormiguitas por la acera,
de gentes, que lisonjeras,
recorrían sin parar
de una en una y otra tienda,
y entonces pare en pensar
que no distinguía ciertas,
cuales no eran las molestias
que me podían causar,
no distinguía su mal
ni su color ni su hacienda,
ni su enfermedad si cierta,
la pudiera sospechar,
pasaban y sin mirar
al que de arriba miraba
tras el cristal que flotaba
en olas de vendaval,
todos parecían igual,
no distinguía figuras,
ni sus formas ni posturas,
y ya en esta tesitura
acabe por concretar,
que la justicia es igual.
- Lo femenino -
Pero hay más desigualdad
de lo que sé e imagino,
un soterramiento atroz
que emerge con desatino,
que no se puede tapar,
aunque se oculta mezquino,
que invade la sociedad
en suicidio colectivo,
una macula capaz
de emborronar lo más limpio,
de anteponer, ancestral,
la fuerza al orden divino,
una suprema crueldad,
una masacre sin tino,
una enorme vaciedad,
la mente del asesino.
Esta es la cruel realidad
que enfrenta lo femenino,
en manos de un agresor
feroz y desaprensivo,
cautiva tras el rencor
de un analfabeto impío,
cegado por la pasión
de poseer su destino,
propiedad siempre mortal,
exclusiva en cometido,
sometido al horizonte
de un corto vuelo prohibido,
presa de sus esperanzas,
rayana en el homicidio,
entre las sombras cegada
de miedo terrorífico,
abandonada a su suerte,
pues le dieron un mal giro
los dados, que de la muerte,
sacaron dos seis seguidos.
Víctima de la actitud
de la sociedad, del ruido,
de pretender comprender
lo que no es comprendido,
de intentar recomponer,
y sufrir los desvaríos
de un desafuero tan cruel
que a su comprensión me inhibo.
¿Cómo llevar la igualdad
a la mente de un cretino?,
más difícil que pasar
caminando sobre el Nilo.
- El Horror -
La muerte y la vida
los días descalza,
la mente en reyerta,
la alcoba, la estancia,
la sangre en la frente,
la frente en la cara,
la sonrisa inerte,
la cabeza gacha,
los ojos morados,
las manos atadas,
la sombra doliente,
lagrimas cegadas,
los gritos, la niebla,
la lluvia enclaustrada,
los niños se esconden
bajo de sus camas,
los golpes, la espera,
su camisa blanca
manchada se enreda,
crepita y se raja,
no amanece el cielo,
no amanece nada,
solo el desconsuelo
de este noche larga,
se descubre el velo,
descerraja el alma,
la luz del consuelo
reaparece en calma,
la eleva en un vuelo
la sublima y salva,
falleció de nuevo
toda ensangrentada,
revuelto su pelo,
cubierto de escarcha
de lagrimas rotas
de niños que claman,
de testigos ciegos,
de ira cegada,
de angustia sin credo,
de imagen manchada,
de turbios desvelos
que arrugan su cara,
una nueva vida,
una nueva alma,
un nuevo destello
que estrena mañana,
corazones rotos,
distancias selladas,
de nada sirvieron
malditas las trabas,
rompió los senderos,
quebró la alborada,
se fundió el anhelo
que la sustentaba,
la noche la cubre,
forenses la tapan,
se cierra una vida,
se quiebran las almas.
- La Condena -
Y en esta lucha encendida
la igualdad se nos desmarca,
se reduce su horizonte
a una fina estela blanca,
sudario reconfortado
por las velas que lo entallan,
y así, en dura condena,
la condena no se enmarca,
¿porqué es tal la impunidad?,
¿porqué la vida no aguanta?,
¿porqué esta sin razón,
que a la razón nos espanta?,
¿quién lo puede responder?,
¿a qué obedece la causa?,
¿cómo pudo suceder
cerca de mi propia casa?
Y así la desigualdad
medra si caes en la trampa,
aprovecharse del débil
nos fortalece la estampa,
nos eleva la moral,
nos seduce y nos embauca,
al final es un mortal
inútil, por democracia,
los más fuertes decidimos,
somos mayoría clara,
y el débil desaparece
sumido en desesperanza.
- Lo Pagas -
En esta lucha sin paz
de maldades y de estafas,
no te quieres implicar,
pero con tu bien las pagas,
queremos el no pensar,
vivir la vida en la cama,
soñando con el soñar,
mientras nos roban y escarnian.
En esta exigua Igualdad
que no nos muestra su cara,
vemos como un día más
la desigualdad se aclama,
la encuentras en el festín
de los que marcan las pautas,
en el concurso ideal
trucado por muchas marcas,
en el trato desigual,
en los perfiles que enmarcan
la concesión de los puestos
que sus prebendas proclaman,
en el inmenso trajín
de concesiones sin trabas,
en incierto maletín
que traspaso sin prestancia
del uno al otro confín
de un arca a la otra arca.
Y el débil siempre estará
en la parte que es más blanda,
sufriendo la iniquidad
de los que esconden su causa.
- En el Jardín -
Acodado en el jardín
de las ideas no claras,
siento que voy a perder
la incomprensión que ello entraña,
la propiedad otra vez,
lo mío que nos engancha,
pues queremos poseer
todo aquello que acompaña,
aquello que nos circunda,
lo que se mueve en la cama,
aquello que brilla al Sol,
la luz, la vida y el alma.
Abril del 2018
Hermandad de Jubilados de Valladolid.
José María Covaleda Chico.