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EL CANTAR DE LOS CANTARES

DELEGACIÓN DE  VALLADOLID – Mª LUISA BLANCO VALDIVIESO

 

EL CANTAR DE LOS CANTARES

 Conocido también como Cantar de Salomón o Cantar de los Cantares de Salomón, es decir, el Cantar por excelencia, el cantar más bello, es un conjunto de poemas líricos que canta el amor mutuo de un Amado y una Amada. Al Amado se le llama “Rey” y “Salomón” y a la amada se la llama “la Sulamita”, nombres en los que se ha querido ver el nombre de Salomón o el de la Sunamita que aparece en la historia de David y de Salomón. El Cantar  es uno de los libros del Antiguo Testamento de la Biblia y del Tanaj o Biblia hebrea.

El Cantar se atribuye a Salomón, el gran Sabio, y se clasifica entre los libros sapienciales, se preocupa de la condición humana y nos enseña  la bondad y la dignidad del amor que acerca al hombre y a la mujer, destruye los mitos que se le adherían y lo libera de las ataduras del puritanismo como de las licencias del erotismo, no olvidando esta lección para nuestra época. Es lícito por encina del sentido literal, aplicar el Cantar a las relaciones de Cristo con su Iglesia, o a la unión de las almas con el Dios del amor, justificando el uso admirable que de él hicieron  los místicos San Juan de la Cruz y Santa Teresa para su crecimiento en la vida espiritual ya que representa la unión del alma con Dios. Los exégetas católicos modernos son partidarios de una interpretación literal del texto y, como se dice en la Biblia de Jerusalén , sería una colección de cantares que celebran el amor mutuo y fiel que sella el matrimonios. En definitiva  canciones de boda semejantes a las de los pueblos vecinos de Israel.

A primera vista, el Cantar de los Cantares se estructura como un poema de amor conyugal a voces o cantos alternos, ajeno a todo plan organizado y que escapa a cualquier categorización rigurosa. Trata de dos amantes, un joven pastor y una Sulamita, que han sido obligados a separarse, que se buscan con desesperación, declaman su amor en una forma poética altamente sofisticada, se reúnen y vuelven a separarse, siempre con la profunda esperanza de volver a estar juntos para siempre, apoyándose en la antigua premisa de que "el amor siempre triunfa". Una de las claves del Cantar de los Cantares es la forma descriptiva, sensual e inspiradora, con la que se desarrollan todas las situaciones utilizando la metáfora a través del mundo de la naturaleza, los frutos, las flores, los capullos, los árboles y la miel, para relacionarlo con los enamorados, el deseo de verse y el amor profundo entre ambos. 

Ha sido traducido por diversos autores entre ellos tenemos a Fray Luis de León que le costó alguna denuncia antes los tribunales de la Inquisición.

Esquema

El Cantar no sigue un plan  definido, es una colección de cantos, a los que solo les une un tema común, que es el amor.  Al no seguir un orden preestablecido, siempre ha planteado dificultades a la hora de dividirlo para su estudio. La división más moderna y aceptada es la siguiente, que consta de un prólogo, cinco poemas y dos apéndices:

 

TÍTULO Y PRÓLOGO

LA NOVIA

¡Oh, si él me besara con besos de su boca! 

Porque mejores son tus amores que el vino. 

A más del olor de tus suaves ungüentos, 

Tu nombre es como ungüento derramado; 

Por eso las doncellas te aman.

Atráeme; en pos de ti correremos. 

El Rey me ha metido en sus cámaras; 

Nos gozaremos y alegraremos en ti; 

Nos acordaremos de tus amores más que del vino; 

¡Con razón eres amado¡. 

 

PRIMER POEMA

LA NOVIA

Morena soy, oh hijas de Jerusalén, pero codiciable, 

como las tiendas de Quedar, 

como los pabellones de Salomón. 

 No reparéis en que soy morena, 

Porque el sol me miró. 

Los hijos de mi madre se airaron contra mí; 

Me pusieron a guardar las viñas; 

Y mi viña, que era mía, no guardé.

Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, 

Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía; 

Pues ¿por qué había de estar yo como errante 

Junto a los rebaños de tus compañeros? 

 

EL NOVIO

A mi yegua entre los carros del Faraón, yo te comparo, amada mía.

 Hermosas son tus mejillas entre los zarcillos, 

y tu cuello entre los collares. 

Zarcillos de oro haremos para ti, 

Con cuentas de plata. 

DÚO

Mientras el rey estaba en su reclinatorio, 

mi nardo exhala su fragancia. 

Mi amado es para mí un manojito de mirra, 

que reposa entre mis pechos. 

Racimo de flores de alheña en las viñas del Faraón 

¡Qué bella eres, amada mía,

Qué bella eres!

¡Palomas son tus ojos!

¡Qué hermoso eres amado mío,

que delicioso!

Puro verdor es nuestro lecho 

Las vigas de nuestra casa son de cedro, 

Y de ciprés los artesonados. 

Yo soy la rosa de Sarón, 

Y  el lirio de los valles. 

 Como el lirio entre los espinos, 

Así es mi amada entre las doncellas. 

Como el manzano entre los árboles silvestres, 

Así es mi amado entre los mozos; 

Bajo la sombra del deseado me senté, 

y su fruto fue dulce a mi paladar. 

Me ha llevado a la bodega, 

Y su bandera sobre mí fue amor. 

Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas; 

Porque  enferma estoy de amor.

Su  izquierda esté debajo de mi cabeza, y su derecha me abrace. 

Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, 

Por los corzos y por las ciervas del campo, 

Que no despertéis ni hagáis velar al amor, 

Hasta que quiera. 

 

SEGUNDO POEMA

LA  NOVIA

¡La voz de mi amado!

Helo aquí que ya viene

Saltando sobre los montes, 

brincando sobre los collados. 

Mi amado es semejante al corzo, 

o a un joven  cervatillo.

Mi amado habló, y me dijo: 

“Levántate, oh amada mía, 

hermosa mía, y ven.

 Porque  aquí ya ha pasado el invierno, 

Se ha mudado, la lluvia se fue; 

 Se han mostrado las flores en la tierra, 

El tiempo de la canción ha venido, 

Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. 

 La higuera ha echado sus higos, 

Y las vides en cierne dieron olor; 

Levántate, oh amada mía, hermosa mía, y ven. 

Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, 

en lo escondido de escarpados parajes, 

muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; 

porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto”. 

Mi amado es mío, y yo suya; 

el pastorea entre lirios.

Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, 

vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, 

o como el cervatillo 

Sobre los montes de Béter.

Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma; 

Lo busqué, y no lo hallé. 

dije: Me levantaré ahora, y recorreré la ciudad; 

por las calles y por las plazas 

buscaré al que ama mi alma;

Lo busqué, y no lo hallé.

Me hallaron los guardas que rondan la ciudad, 

Y les dije: ¿Habéis visto al que ama mi alma? 

Apenas hube pasado de ellos un poco, 

Hallé luego al que ama mi alma; 

Lo así, y no lo dejé, 

hasta que lo metí en casa de mi madre, 

y en la cámara de la que me concibió. 

EL NOVIO

Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalén, 

por los corzos y por las ciervas del campo, 

que no despertéis ni hagáis velar al amor, 

hasta que quiera el cortejo de bodas. 

 

TERCER POEMA

EL POETA

¿Quién es ésta que sube del desierto

 como columna de humo, 

Sahumada de mirra y de incienso 

Y de todo polvo aromático? 

Ved la lira de Salomón; 

sesenta valientes la rodean, 

de los fuertes de Israel. 

 Todos ellos tienen espadas, 

diestros en la guerra;

Cada uno su espada sobre su muslo, 

por los temores de la noche.

El rey Salomón se hizo una carroza 

de madera del Líbano. 

Hizo sus columnas de plata, 

su respaldo de oro, 

su asiento de grana, 

su interior tapizado de amor 

por las hijas de Jerusalén. 

EL NOVIO

¡Que bella eres, amada mía, qué bella eres!

Palomas son tus ojos a través de tu velo; 

tus cabellos como rebaño de cabras 

que se recuestan en las laderas de Galaad. 

Tus dientes, como un rebaño de ovejas trasquiladas, 

que suben del lavadero, 

todas con crías gemelas, 

Y ninguna entre ellas estéril. 

 tus labios, una cinta de granada, 

 tu habla hermosa; 

tus mejillas, como cortes de granada detrás de tu velo.

Tu cuello, como la torre de David, edificada para armería; 

mil escudos están colgados en ella, 

todos escudos de valientes. 

Tus dos pechos, como gemelos de gacela, 

que  pacen entre lirios.

Hasta que apunte el día y huyan las sombras, 

me iré al monte de la mirra, 

y al collado del incienso. 

toda tú eres hermosa, amada mía, 

y en ti no hay mancha.

Ven conmigo desde el Líbano, oh novia mía; 

 Ven del Líbano vente. 

Mira desde la cumbre de Amaná, 

desde la cumbre de Senir y de Hermón, 

desde las guaridas de los leones, 

desde los montes de los leopardos

Me robaste el corazón, hermana, esposa mía; 

Has apresado mi corazón con uno de tus ojos, 

con una gargantilla de tu cuello. 

 ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! 

¡Cuánto mejores que el vino tus amores, 

Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!

Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; 

Miel y leche hay debajo de tu lengua; 

Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.

Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; 

Fuente cerrada, fuente sellada. 

Tus renuevos son paraíso de granados, con frutos suaves, 

de flores de alheña y nardos; 

 Nardo y azafrán, caña aromática y canela, 

con todos los árboles de incienso; 

Mirra y áloe, con todas las principales especias aromáticas. 

 Fuente de huertos, 

Pozo de aguas vivas, 

Corrientes que del Líbano fluyen. 

LA NOVIA

Levántate, cierzo, ábrego ven; 

¡Soplad en mi huerto, 

Que exhalen sus aromas!. 

Venga mi amado a su huerto, 

y coma de su dulce fruta. 

EL NOVIO

Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; 

he recogido mi mirra y mis aromas; 

he comido mi panal y mi miel, 

mi vino y mi leche he bebido. 

 

CUARTO POEMA

LA NOVIA

Yo dormía, pero mi corazón velaba. 

Es la voz de mi amado que llama: 

“Ábreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, 

porque mi cabeza está llena de rocío, 

y mis cabellos del relente de la noche”.

 

Me he desnudado de mi ropa;        ¿cómo me he de vestir? 

He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar? 

 Mi amado metió su mano por la ventanilla, 

Y mi corazón se conmovió dentro de mí. 

 Yo me levanté para abrir a mi amado, 

y  mis manos gotearon mirra, 

y mis dedos mirra, que corría 

sobre la manecilla del cerrojo.

Abrí a mi amado; 

Pero mi amado se había ido, había ya pasado; 

Y tras su hablar salió mi alma. 

Lo busqué, y no lo hallé; 

Lo llamé, y no me respondió. 

 Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; 

Me golpearon, me hirieron; 

Me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros. 

Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalén,

 si halláis a mi amado, 

que le hagáis saber que estoy enferma de amor. 
 

EL CORO

¿Qué distingue a tu amado de los otros?, 

Oh la más hermosa de todas las mujeres? 

¿Qué distingue a tu amado de los otros?, 

para que así nos conjures? 

LA NOVIA

Mi amado es blanco y rubio, 

Distinguid entre diez mil. 

 Su cabeza como oro puro; 

Sus cabellos crespos, negros como el cuervo. 

 Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, 

que se lavan con leche, y a la perfección colocados. 

 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; 

Sus labios, como lirios que destilan mirra fragante. 

Sus manos, como anillos de oro

 engastados de piedras de Tarsis.; 

Su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros. 

Sus piernas, como columnas de alabastro,

Asentadas sobre basas de oro fino; 

Su porte como el Líbano,

Esbelto cual los cedros. 

Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. 

Tal es mi amado, tal es mi amigo, 

Oh hijas de Jerusalén. 

EL CORO

¿A dónde se ha ido tu amado, 

oh la más hermosa de todas las mujeres? 

¿A dónde se apartó tu amado, 

Ara que contigo lo busquemos? 

LA NOVIA

Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, 

para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios. 

 yo soy de mi amado, y mi amado es mío; 

El pastorea entre los lirios.

 

QUINTO POEMA

EL NOVIO

Hermosa eres, amiga mía, como Tirsá,

Encantadora, como Jerusalén, 

imponente como batallones. 

Aparta tus ojos de mí, 

Que me subyugan. 

Tu cabello es como manada de cabras 

Que ondula por el monte Galaad. 

Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero, 

todas con crías gemelas, 

y estéril no hay entre ellas. 

 Como cortes de granada son tus mejillas 

a través de tu velo.

Sesenta son las reinas, 

y ochenta las concubinas. 

e innumerables las doncellas ; 

Única es mi paloma, mi perfecta

Ella, la única de su madre,

la escogida de la que la dio a luz. 

La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; 

Las reinas y las concubinas,  la alabaron. 

¿Quién es ésta que se muestra como el alba, 

hermosa como la luna,

refulgente como el sol, 

imponente como batallones?

 

EL CORO

Al huerto de los nogales descendí, 

a ver los frutos del valle, 

y para ver si brotaban las vides, 

y si florecían los granados. 

Antes que lo supiera, mi alma me puso 

En  los carros de Aminadib. 

Vuélvete, vuélvete, oh Sulamita; 

vuélvete, vuélvete, que te miraremos

¿Por qué miráis a la Sulamita

Como en una danza de dos coros?

EL NOVIO

¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias, 

Oh hija de príncipe! 

Los contornos de tus muslos son como joyas, 

obra de mano de excelente maestro. 

 Tu ombligo es un  ánfora redonda, 

donde  no le falta el vino. 

Tu vientre, un montón de trigo 

 de lirios rodeado. 

Tus dos pechos, como gemelos de gacela. 

Tu cuello, como torre de marfil; 

Tus ojos, como los estanques de Jesbón 

junto a la puerta de Bat-Rabim; 

Tu nariz, como la torre del Líbano, 

centinela que mira hacia Damasco. 

Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo; 

y el cabello de tu cabeza, como púrpura 

¡ un rey en esas trenzas está preso!

 ¡Qué hermosa eres, y cuán suave, 

Oh amor deleitoso! 

Tu talle es semejante a la palmera, 

tus pechos a los racimos. 

 Yo dije: Subiré a la palmera, 

recogeré sus frutos.

¡Sean tus pechos como racimos de uvas, 

el perfume  de tu boca como el de las manzanas, 

 tu paladar como vino generoso!

LA NOVIA

Que se entra a mi amado suavemente, 

y  hace hablar los labios de los que dormitan. 

 Yo soy de mi amado, 

Y hacia mí tiene su deseo.

Ven, oh amado mío, salgamos al campo, 

Pasaremos las noches en las aldeas. 

De mañana iremos a las viñas; 

veremos si  han brotado las vides, 

si han florecido los granados; 

Allí te entregaré mis amores. 

 Las mandrágoras  exhalan su fragancia, 

a nuestras puertas hay toda suerte de dulces frutas, 

nuevas y añejas, que para ti, oh amado mío, he guardado.

 ¡Oh, si tú fueras como un hermano mío 

que mamó los pechos de mi madre! 

Entonces, hallándote fuera, te besaría, 

y no me menospreciarían. 

Te llevaría, te metería en casa de mi madre; 

Y tú me enseñarías, 

 te haría beber vino aromado, 

el licor de mis granadas.

Su izquierda esté debajo de mi cabeza, 

Y su derecha me abrace. 

 

EL NOVIO

Yo os conjuro, hijas  de Jerusalén, 

 no despertéis no desveléis al amor, 

hasta que  le plazca.

 

EPÍLOGO 

¿Quién es ésta que sube del desierto, 

recostada sobre su amado? 

Debajo de un manzano te desperté;

Allí donde te concibió tu madre,

allí tuvo dolores la que te dio a luz. 

 

LA NOVIA

Ponme como un sello sobre tu corazón,

 como una marca sobre tu brazo. 

Porque fuerte es como la muerte el amor; 

duros como el Seol los celos; 

Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama de Yahveh. 

 Las muchas aguas no podrán apagar el amor, 

Ni lo ahogarán los ríos. 

Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, 

Se granjearía desprecio. 

APENDICES

Tenemos una pequeña hermana, 

Que no tiene pechos; 

¿Qué haremos a nuestra hermana 

Cuando de ella se hablare? 

 Si ella es una muralla, 

edificaremos sobre ella almenas de plata; 

Si fuera una  puerta, 

la guarneceremos con tablas de cedro

Yo soy una muralla,

 y mis pechos, como torres, 

 así soy a sus ojos como la que ha hallado la paz.

Salomón tuvo una viña en Baal-Hamón, 

La cual entregó a guardas, 

y cada uno le traía por sus frutos

 mil siclos de plata,

Mi viña, que es mía, está delante de mí; 

Los mil siclos para ti, Salomón

y  doscientos para los que guardan su fruto. 

ÚLTIMAS ADICIONES

Oh, tú que habitas en los huertos, 

mis compañeros escuchan tu voz; 

Házmela oír. 

Huye, amado mío, 

 sé como la gacela,

 o el joven cervatillo, 

por los montes de las balsameras..
 

(Copiado el Cantar: Iglesia.net/la wed cristiana y de la Biblia de 

Jerusalen por Desclée de Brouwer)


 

Biblia Católica

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b9/Targum.jpg

Fragmento del Tanaj

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Yo soy un muro y mis pechos como gemelos de gacela 

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Ponme como un sello en tu corazón 

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No pueden las aguas caudalosas apagar el amor ni lo ahogarán los ríos 

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Como huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía, fuente sellada

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… un jardín de granados, de frutos exquisitos, de alheñas y de nardos… 

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Su cabeza es oro fino. Sus rizos son ondulados

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Yo soy de mi amado y mi amado es mío. Apacienta su rebaño entre los lirios









 

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