Don Juan Tenorio

DELEGACION  DE  VALLADOLID                                                               

DON JUAN TENORIO

José Zorrilla recordaba así a su ciudad natal:

Para mi es Valladolid

el jardín de mi niñez

de mi juventud la lid

y el hogar de mi vejez.

Esta ciudad también siente un afecto especial por el poeta y por eso llevan su nombre una casa, una estatua, un paseo, una plaza, un instituto, un estadio y un  teatro.

Precisamente a este teatro acudimos a primeros de noviembre para asistir a la representación de Don Juan Tenorio.

¿Qué decir de esta obra tan popular , tan conocida, tan teatral?.

La acción en la primera parte tiene un dinamismo arrollador. Desde la cita para la apuesta ente Don Luis y Don Juan, a las ocho de la tarde, en la hostería del Laurel, hasta “a las nueve en el convento” se suceden tal número de peripecias que hay que parar el reloj para que puedan caber todas en una hora.

La segunda parte se desarrolla más lentamente, de acuerdo con las dudas del protagonista sobre su salvación.

Varios aspectos de índole religiosa se tratan en esta segunda parte que, para los tiempos que corren,  pueden pasar desapercibidos:

• El Comendador, recto, intransigente, “bueno”, se condena.
• Don Juan, canalla, escarnecedor, blasfemo, pendenciero, seductor, se salva. El amor de Doña Inés consigue que se arrepienta.
• La salvación de Doña Inés, a su vez, está condicionada al arrepentimiento de Don Juan.
• Don Juan presencia su propio entierro.

Estos puntos dieron lugar a un animado debate en la tertulia que tenemos los viernes. Incluso en el último punto salió a relucir la paradoja de Scehrödinger sobre el gato vivo y muerto a la vez.

Algo especial tiene Don Juan Tenorio para ser la obra más representada en la escena española.

La acción es siempre viva, el interés no decae, los versos son musicales, sonoros, pegadizos. Los diálogos, en ovillejos , entre Don Luis y Doña Ana, entre Lucía y Don Juan y entre Don Luis y Don Juan son de una viveza y gracia especiales, y es una delicia escucharlo a los actores.

Pero el mismo personaje de Don Juan tiene un atractivo especial, y nadie lo explica mejor que el mismo autor con estas redondillas:

Tiene que es de nuestra tierra

el tipo tradicional;

tiene todo el bien y el mal

que el genio español encierra.

Que, hijo de la tradición, 

es impío y es creyente,

es baladrón y es valiente,

y tiene buen corazón.

Tiene que es diestro y es zurdo,

que no cree  en Dios  y le invoca,

que lleva el alma en la boca 

y que es lógico y absurdo.

Con defectos tan notorios

vivirá aquí diez mil soles,

pues todos los españoles

nos la echamos de Tenorios

Juan Antonio García Ortega