Skip to main content
Publicaciones
Ver en Calaméo    Descarga PDF (12,3 MB)

EFECTOS COLATERALES

En el convulso mundo que en estas fechas nos ha tocado vivir, nada parece ser del todo cierto y el ciudadano medio, incluso el bien informado, está dispuesto a creerse cualquier cosa que publiquen los diarios o difundan los medios de comunicación, con tal de que ese suceso o acontecimiento no complique más la difícil e inestable situación geopolítica mundial que estamos padeciendo.

Si todo no estaba ya bastante complicado, se pusieron de moda las conocidas como “fake news”, o sea, noticias falsas. Todo el mundo sabe que son mentiras gordas, pero con una cierta sombra o sospecha de verdad. O sea que detrás de eso que se cuenta o dice hay algo mucho más importante, más gordo, que se intuye, pero que nunca se aclara del todo para mantener viva la llama de la duda y, lo que es peor, de la zozobra, de la inquietud, del temor. Hay verdaderos maestros en eso de difundir bulos o medias verdades para sembrar el desconcierto en la sociedad y, a fin de cuentas, es lo que se pretende pues una sociedad desconcertada, inquieta y con miedo, es más fácil de manipular. Aunque también los hay que se lo toman a broma y si no recuerden esa frase que se hizo famosa en los tiempos de nuestra última transición: Anda, hombre, cuéntame un bulo, aunque sea mentira.

A lo largo de la historia hemos tenido numerosos ejemplos de situaciones como esta que ahora estamos viviendo, promovidas, las más de las veces, por los propios gobernantes, para sembrar el temor entre los ciudadanos, lo que les pone en situación de debilidad ante los poderes públicos que pueden así ejecutar, más fácilmente, sus malévolos planes.

Pues bien esto es lo que está sucediendo ahora en la recién iniciada guerra entre Rusia y Ucrania. Ucrania se ve invadida por su vecina Rusia a quien, al parecer, no le gustaba la inclinación occidentalista y “otanista” que el pueblo ucraniano estaba demostrando en los últimos tiempos y por ello ha decidido cortar por lo sano e invadir a su vecino, el cual, por fortuna, cuenta con el apoyo de su pueblo llano, de sus dirigentes y de sus incondicionales en Europa, que quieren verle pronto integrado en su marco de defensa occidental.

Y claro todo esto tiene efectos colaterales. Los europeos muy dignos frenan sus importaciones de crudo ruso y ponen trabas financieras a los oligarcas rusos. Pero claro siguen necesitando petróleo. Y no se les ocurre otra cosa que llamar a sus antiguos amigos de Venezuela. O sea que el mandatario venezolano tiene ahora que agradecer a Putin que Rusia haya invadido Ucrania. De locos…