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HACIENDO PLANES PARA EL AÑO NUEVO

Se dice que en el mes de Enero, cuando da comienzo un nuevo año, todos nosotros, o al menos una gran mayoría, nos dedicamos a hacer planes para el año recién iniciado. Pero, ¡ay…!, triste es decirlo, planes que pocas veces o casi nunca llegamos a cumplir. Mucho se ha escrito y divagado sobre este curioso modo de proceder y si nuestros pacientes lectores nos lo permiten, desde aquí vamos a hacer otro tanto, procurando aportar algo que nos explique, aunque sea mínimamente, porqué el ser humano emplea parte de su valioso tiempo en hacer planes, que, probablemente, él mismo sabe que nunca va a cumplir.

Esos planes pueden ser de lo más variado, como por ejemplo: tratar a mi suegra con la mayor delicadeza y educación; dedicar más tiempo a mi mujer y a mis hijos -mi santa esposa se lo merece y no digamos mis hijos-, arreglar ese desperfecto casero que nos lo tienen pedido desde tiempo inmemorial, y que nosotros, dada nuestra habilidad, conocimientos y maña, seríamos capaces de hacer en menos de un cuarto de hora, pero este tiempo, por pequeño que parezca, no lo hemos encontrado aún en los dos últimos años. ¿Por qué será?

Hay otros planes, aún más ambiciosos, como por ejemplo, visitar a esa tía, hermana de nuestro padre, que vive en nuestra misma ciudad y a la que no vemos desde hace más de diez años y eso que asistió a nuestra boda y nos regaló aquel hermoso jarrón de porcelana decorado, que nuestro hijo Pepito, en segundo de bachillerato, rompió de un balonazo cuando, en casa, se entrenaba para el duelo definitivo con sus compañeros del tercer curso. En fin, que les voy a decir, la tía Andrea es tan amable y educada que todas las Navidades nos llama para felicitarnos las Pascuas y desearnos un Feliz Año Nuevo. Por lo que esperamos que este año, sí, encontremos ese hueco en nuestra, cada vez más apretada agenda, para rendir esa visita que desde hace tanto tiempo le debemos a nuestra tía Andrea, aunque tampoco debemos olvidar a nuestra tía Edelmira, hermana esta, de nuestra madre.

Y si seguimos con los planes podríamos mencionar ese, pendiente también desde tiempo inmemorial, de pasar un verano en la playa de Salinas, en Asturias, donde, habitualmente, lo hacen nuestros vecinos del tercero, y los que a su vuelta siempre nos cuentan lo bien que lo han pasado y lo poco que les ha llovido.

Y en otro orden de cosas cabría mencionar nuestro propósito, largamente acariciado, de disminuir nuestro perímetro de cintura. Pero claro eso nos llevaría a no pocos sacrificios, tales como suprimir las cervecitas a la hora del aperitivo, las que tomamos luego con la comida, las de por la tarde con los amigos en el bar y la última, con la cena. Bueno eso sin mencionar las legumbres, el pollo, el pescado y la carne, además de los postrecitos dulces, todo eso que casi nunca falta en nuestra mesa de cada día. Creemos, la verdad, que tal sacrificio nos parece demasiado y no estamos seguros de que nos compense.

Hay otros muchos deseos escondidos que, igualmente, nos gustaría poder cumplir en este año, recién inaugurado, pero que les voy a decir, para incumplimientos ya tenemos bastantes con los mencionados. Ahora, eso sí, con mucho gusto y con gran entusiasmo, les informaremos, puntualmente, si por fin conseguimos ver realizados, en este año que ahora iniciamos, alguno de estos planes. Y como decía mi suegra: “y yo que lo vea”.